J. S. Bach: Goldberg Variations

J. S. Bach: Goldberg Variations

Para quienes se dedican a la música, grabar las obras más trascendentes de Bach, como las suites para violonchelo, el “48” o las piezas solistas para violín, marca un antes y un después en su carrera. Interpretarlas es como si se escalara el Everest, una hazaña que sólo pueden conquistar si están al máximo de sus capacidades y así enfrentar, tras una vida de aprendizaje, ese reto que puede dar a luz a un álbum histórico. El pianista Víkingur Ólafsson intuyó que había llegado el momento para enfrentarse a las Variaciones Goldberg de Bach. “Cumpliré 40 años en febrero de 2024, lo que significa que las he interpretado públicamente durante una década”, reveló a Apple Music Classical. “No parece mucho tiempo, pero ahora leo esa obra de forma distinta a cuando tenía 30”. “Para mí”, continúa, “las Goldberg son una enciclopedia de cómo se puede soñar con un piano. Son como una carta en una botella que Bach arrojó al Atlántico en el año 1741 con la esperanza de que alguna audiencia la encontrara y, asombrosamente, así fue”. Resulta tentador sugerir que la grabación del disco J. S. Bach: Goldberg Variations de Ólafsson marca un punto de inflexión en su carrera. Después de todo, sus álbumes previos para Deutsche Grammophon presentaron programas de recitales seleccionados cuidadosamente y muy originales (Mozart & Contemporaries y From Afar, por mencionar sólo dos). Aunque no haya obras monumentales en ellos. Pero Ólafsson no sólo ve las Goldberg como una de las más grandes composiciones de Bach para piano, sino también como el programa supremo: una serie de variaciones con su propia historia y su propio camino. Es así como iniciamos con lo que Ólafsson llama “el aria de todas las arias. Una de las piezas para piano más hermosas que se hayan escrito y una oda al nacimiento”. A continuación, siguen 30 variaciones, cada una elaborada a partir de la misma estructura armónica simple del aria. “Bach nos está mostrando que, en el ADN básico de esta aria, puedes encontrar expresiones ilimitadas”, precisa. “El genoma es, de cierto modo, la belleza de la vida y creo que esta pieza es una de las creaciones más biológicas que hay en la música clásica”. La vida se despliega a través de las Goldberg. Las primeras 14 variaciones, explica, están en el tono tranquilo y relajante de la misma aria, sol mayor. “Fácilmente puede hacerse con ellas una metáfora de una infancia feliz”, señala Ólafsson, “en la que no tienes que luchar contra nada”. Pero en la variación 15 todo cambia. El clima oscurece y el tempo se ralentiza. “Nada te prepara para ello. Pone las cosas de cabeza y termina de una forma increíblemente libre con la quinta abierta, cada nota tan separada como la puedas imaginar en ese piano ese día, en un sol grave y un re agudo”. Ólafsson nos ofrece una pintura del renacimiento con la variación 16, compuesta a la manera de una obertura francesa, casi operática en su exuberancia. “Resurges y tienes, de nueva cuenta, estas increíbles y alegres variaciones y cánones, todas en sol mayor”. El patrón de profunda tragedia seguido de una gran alegría se repite desde la variación 21 y de nuevo desde la variación 25 antes del regreso a casa en la variación 30. Es en esta última en la que Bach da la bienvenida al héroe con un “quodlibet”; es decir, dos canciones tradicionales combinadas, una recreación al piano de lo que se solía cantar en privado en las reuniones de la familia Bach. Y después volvemos al aria. La odisea se ha completado. “Lo interesante acerca del aria es que las notas son las mismas, pero no”, puntualiza Ólafsson. “Todo ha sido cambiado por completo. Y creo que cuando la escuchas de nuevo después de 75 minutos, de verdad sientes que Bach te ha dado la oportunidad de experimentar algo cercano al final de la vida”. “Siempre que toco el aria final, sin importar si estoy en el estudio o en una presentación, algo se rompe en mí. No quiero que termine. Es un momento en el que tienes miedo del último acorde y del silencio que le sigue”. De hecho, es fácil olvidar el importante papel que juega el silencio a lo largo de las Goldberg, que va dictando cómo cada variación se encadena con la siguiente, creando segmentos instantáneos o pausas dramáticas más largas. “Me divertí mucho decidiendo en qué microsegundo comenzaría cada variación después de la anterior”, señala Ólafsson. Es importante que cualquier actuación evite la rutina, es decir, simplemente tocar una variación tras la otra. “No quieres dar esa sensación”, comenta. “Nunca debe ser lo mismo de siempre”. Entonces, ¿cómo deben escucharse las Variaciones Goldberg? “Como artistas tenemos que encontrar nuestras Goldberg y la audiencia también”. Ólafsson recomienda abordarlas de frente. “Lo mejor que puedes hacer”, explica, “es escucharlas por la mañana antes de cualquier cosa, todos los días durante un mes. Luego, ver cómo las percibes el primer día del mes siguiente. Te llevarán a un lugar distinto y sentirás cosas diferentes con esta pieza”. “Prometo que te surgirán un puñado de ideas nuevas y mucho amor por esa música”.

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