Muse

Muse

“El álbum está lleno de música maravillosa que nos ha inspirado”, comparte la pianista Isata Kanneh-Mason con Apple Music. “Creo que el título de Muse encaja muy bien”. Es cierto que las sonatas para chelo y las obras seleccionadas de Barber y Rachmaninoff en este álbum parecen todas escritas expresamente para Isata y su hermano, el chelista Sheku. Pero la idea de “musa”, además de ser el nombre de una de las piezas incluidas en el disco, bien se puede referir también a los dos como músicos. Después de todo, su interpretación es tan cautivadora como fascinante. Como parte de una de las familias musicales más brillantes del mundo, Isata y Sheku llevan presentándose juntos desde que eran muy jóvenes, y se han acompañado siempre para alcanzar nuevas cimas. “La mayor parte del repertorio para violonchelo y piano que he tocado ha sido con Isata. Tocar con ella durante tantos años siempre me ha servido de inspiración”, explica Sheku. “Conocemos muy bien cómo toca cada uno”, agrega su hermana, “así que hay un elemento de confianza. Por supuesto, tenemos que trabajar juntos en la música y en los detalles, pero no hay ningún tipo de baches ni obstáculos en el camino”. La música del emocionante Muse, el debut de Sheku e Isata en conjunto, concede tanto protagonismo al piano como al chelo. No es de extrañar en el caso del compositor ruso Rachmaninoff, quizás el mejor pianista del siglo XX. En tanto, la sonata del estadounidense Barber que forma parte del repertorio concentra todo el romanticismo y la vitalidad irresistible de un compositor que apenas tenía 21 años cuando la escribió y aún estudiaba en el conservatorio de Nueva York. “Miramos un montón de canciones de Rachmaninoff y Barber, y todas parecían funcionar bien en el violonchelo”, comenta Sheku. “Sólo tuvimos que elegir nuestras favoritas y encontrar cierta variedad de personalidades y estilos”. A continuación, los hermanos nos hablan de esa colección de favoritas, más a fondo. Cello Sonata, Op. 6 Sheku Kanneh-Mason: “Aunque no es muy larga, es una sonata llena de detalles. No hay ni un segundo en el que no haya tensión dramática. La música siempre está viajando hacia algún lugar o acercándose a un clímax. Luego, los clímax en sí nunca duran mucho, sino que surgen y se desvanecen rápidamente. Las armonías de Barber son muy imaginativas y particulares, y en la mitad del segundo movimiento hay experimentos con notas y ritmos muy intrincados. Al mismo tiempo, también tiene esas maravillosas melodías románticas”. Piezas de Samuel Barber Isata Kanneh-Mason: “No conocíamos estas piezas hasta que empezamos a buscar obras para el álbum, así que las descubrimos entonces y son maravillosas. Lo que me gusta es que son muy, muy breves, pero Barber ilustra la personalidad de cada una inmediatamente. No necesita más de dos o tres minutos para pintar un mundo entero. Leímos las letras y tratamos de llevar ese sentimiento a las melodías, aunque obviamente no tenemos voz. Por ejemplo, en ‘Sure on This Shining Night, Op. 13 No. 3’, la letra expresa un amor profundo por la naturaleza que se escucha en los acordes largos y repetidos del piano. La música suena muy abierta y las notas sostenidas del violonchelo le dan un aire reverente”. Piezas de Sergei Rachmaninoff IKM: “Las canciones de Rachmaninoff son increíblemente poéticas, y la traducción al inglés no les hace justicia. Especialmente en ‘The Muse’, que se convirtió en el título del álbum, la emoción es tan vívida que en realidad no necesitas saber de qué trata. El uso de la armonía es absolutamente increíble. Las transiciones entre acordes son algo que no escuchas en ninguna otra música. Son muy inesperadas, pero funcionan. La canción tiene un aire muy nostálgico”. SKM: “Son canciones muy ricas y expansivas. El comienzo de ‘The Muse’ es muy onírico, con ese piano ondulante. Es como si entraras en un mundo de sueños. Pero, como termina de la misma manera, haces un viaje asombroso por un universo increíblemente detallado, y llegas al final casi como si nada hubiera pasado”. Cello Sonata in G Minor (Sonata para violonchelo en sol menor), Op. 19 IKM: “La sonata de Rachmaninoff fue una de mis mayores inspiraciones de pequeña. Sheku y yo la conocemos desde la infancia, y siempre ha sido la pieza de música de cámara que más me gustaba tocar, al menos en cuanto a sonatas para violonchelo y piano se refiere. Sin embargo, recuerdo que las primeras veces que la interpreté sentía que necesitaba un largo descanso después de cada movimiento, porque son como sinfonías en su emoción y contenido musical, pero también en lo que exigen técnicamente de cada instrumento. Al mismo tiempo, es una pieza de una belleza tremenda. La música es accesible al instante, pero cuanto más te acercas, más detalles encuentras. Pensábamos que conocíamos la partitura muy bien antes de empezar a tocarla, pero a medida que la trabajábamos y pasaban los meses, fuimos encontrando más matices”. SKM: “Creo que el tercer movimiento es una de las mejores piezas musicales de la historia por lo expresivo y romántico que suena. Es una de esas cosas que a cualquier violonchelista le gustaría tocar. Pero para nosotros, fue el segundo movimiento el que más disfrutamos tocando juntos. Dibuja una imagen muy vívida”.

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