Mozart & Contemporaries

Mozart & Contemporaries

“Quería acercarme a Mozart como si lo estuviera tocando y escuchando por primera vez”, dice a Apple Music el pianista islandés Víkingur Ólafsson. “En Mozart & Contemporaries, he intentado deshacerme de algunas de las ideas preconcebidas, de los mitos y el bagaje artístico que lo rodean, porque Mozart formaba parte de su tiempo y conocía a otros compositores”. Por supuesto, Mozart es lo prioritario de este álbum, pero Ólafsson arroja luz sobre contemporáneos del genio austriaco que también crearon música extraordinaria en el siglo XVIII. “Quería profundizar en el ecosistema musical de Mozart. No hay duda de que era el genio entre genios de la época, y quizás de toda la historia de la música, pero este álbum demuestra lo maravillosos que eran algunos de sus coetáneos y el error que supone ignorarlos para centrarnos sólo en los grandes nombres”. Junto al Mozart de la visionaria Sonata para piano n.º 14 en do menor, K. 457 y el encanto de aparente sencillez de la Sonata para piano n.º 16 en do mayor, K. 545, Ólafsson devuelve a la vida los mundos musicales de Baldassare Galuppi y Domenico Cimarosa, compositores con obras de atractiva sinceridad, además de piezas del amigo y mentor de Mozart, Franz Joseph Haydn, y de su héroe C.P.E. Bach (“¡Bach es el padre y los demás somos sus hijos!”, se dice que exclamó en una ocasión). Tan importante como la música es la manera en la que Ólafsson nos arrastra a su viaje, con un instinto para las tonalidades y las atmósferas que crea un todo mágico y sin fisuras. “Pienso en el álbum como una composición en forma de collage, lo mismo que todos los que he grabado”, dice. “Por supuesto, la música no es mía, pero cuando conviertes un álbum en una búsqueda musical, se transforma en una composición en sí misma. Y tiene que contar una historia”. Aquí, Ólafsson nos lleva por la de Mozart & Contemporaries. Sonata para piano n.º 9 en fa menor “Me encanta la idea de abrir un álbum de Mozart con música de otro compositor, en este caso Baldassare Galuppi. Es una pieza muy interesante, porque apenas tiene melodía y es muy moderna en ese sentido. Está construida alrededor de unos acordes arpegiados bellísimos y tiene una atmósfera onírica que suena muy adelantada a su tiempo, casi como algo de Schubert. Captura ese estado de semiconsciencia entre la vigilia y el sueño”. Rondó en fa mayor, K. 494 “Tuve que pensar mucho en cuál iba a ser la primera pieza de Mozart del álbum. Me parece que el rondó contiene su esencia. Cada vez que escuchamos la sencillez angelical de esta pieza, nos parece que tiene algo nuevo. Está lleno del tipo de cambios y variaciones sutiles que hacen que Mozart sea Mozart. También es bastante operístico”. Rondó II en re menor, H. 290 “Es una pieza que me encanta, muy libre y con armonías muy atrevidas. C.P.E. Bach tiene un punto salvaje. Mozart siempre suena muy pulido comparado con él, y en ese sentido me parece como el chico malo de la película. Hay algo muy moderno aquí, casi neoclásico, como si lo hubiera escrito Stravinsky. Las modulaciones son simplemente increíbles”. Sonata n.º 42 en re menor (Arr. Ólafsson) “Cuando toqué por primera vez la versión original de esta pieza (de Domenico Cimarosa), no me pareció gran cosa, sino más bien un esqueleto musical. Pero me quedé con la melodía, que es una línea de bel canto asombrosa. Cimarosa fue uno de los compositores operísticos más famosos de la época de Mozart. Lo que hice fue armonizar la partitura, añadir algunas partes y cambiar una de las melodías. En realidad, la recompuse, pero preferí llamarla un arreglo”. Fantasía en re menor, K. 397 (fragmento) “Conozco esta pieza desde hace muchísimo tiempo, pero el final nunca me ha convencido. No me gusta la forma en la que termina la sección en re mayor. Deja todo en el aire. Lo que sucede es que no fue Mozart quien la finalizó, sino uno de sus contemporáneos, y lo hizo de la peor manera posible. No quería componer un nuevo final, es una obra de Mozart, a fin de cuentas, por eso decidí terminarla con la sección menor y enlazarla con el ‘Rondó en re mayor’. ¡Así terminé creando mi propia ‘Fantasía y rondó’! La grabé con dos pianos. Al principio, uso uno de sonido muy bello y oscuro, pero las explosiones más violentas las grabé con un Steinway diferente”. Rondó en re mayor, K. 485 “Lo toco considerablemente más rápido que en muchas otras grabaciones que hay por ahí, pero me parece que quien compuso la pieza es el Mozart pianista, el maestro del teclado. Es de un virtuosismo extremo y está escrita para complacer y para inspirar admiración. Sin embargo, no es música especialmente seria. Es como si Mozart estuviera presumiendo de sus modulaciones y su increíble técnica como pianista”. Sonata n.º 55 en la menor (Arr. Ólafsson) “Esta pieza (de Domenico Cimarosa) no formaba parte del álbum al principio, pero, en uno de los descansos en el estudio, no dejaba de escuchar la melodía en mi cabeza. Me senté a transcribirla allí mismo con el micrófono encendido. La arreglé y la grabé en tiempo real. Es parecida a una siciliana de Vivaldi. Tiene una melodía totalmente arrebatadora”. Sonata para piano en si menor, Hob. XVI:32 “Es una sonata (de Franz Joseph Haydn) que me encanta porque mira hacia el futuro y hacia el pasado al mismo tiempo. Vuelve a la era barroca en el increíble minueto del segundo movimiento, y anticipa a Beethoven en el ‘Presto’ final. Me atrae por todo tipo de razones. Haydn lleva la música al límite. Es una sonata breve, pero con mucho peso”. Pequeña giga en sol mayor, K. 574 “Otra de esas piezas totalmente anacrónicas de Mozart. La escribió durante una peregrinación a Leipzig para visitar la tumba de Johann Sebastian Bach. Fue uno de los periodos más difíciles de su vida y todo parecía estar en su contra. Creo que quería refugiarse de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. La compuso en Leipzig en un solo día. Otra vez, suena a Stravinsky y a Bach. Es de un cromatismo increíble”. Sonata para piano n.º 16 en do mayor, K. 545 “Sonata facile” “Es la primera sonata de Mozart que toqué. Todo es tan perfecto en la partitura que los pianistas tienen miedo de tocarla. Me sorprendió que hubiera relativamente pocas grabaciones y casi ninguna buena. Creo que es porque que muchos pianistas la aprenden cuando tienen siete u ocho años. Yo tenía ocho o nueve. Grabarla para este álbum, volver a la pieza como adulto, fue todo un reto en el que tuve que liberarme de mis ideas preconcebidas sobre Mozart. En el primer movimiento tiene proporciones perfectas, pero el segundo es mi favorito. Es la música de una búsqueda dolorosa. Y después termina con un final perfecto”. Adagio en mi bemol mayor (arr. Ólafsson a partir del Quinteto de cuerda n.º 4 en sol menor, K. 516) “Puede que sea mi pieza de cámara favorita de cualquier época y para cualquier instrumento, incluido todo el repertorio para piano. Es increíble de principio a fin. Se parece un poco a la Sinfonía n.º 40 en sol menor y conecto enormemente con ella. Cuando la toco en este arreglo siento que Mozart la escribió para piano. Tiene un lirismo muy de Schumann, pero también se parece a Schubert en cómo las melodías simplemente se detienen y no sabemos dónde están”. “Larghetto” de la Sonata para piano n.º 34 en do menor “Esta es otra pieza que añadí a última hora. Normalmente se toca de manera muy diferente a cómo la grabé, y la notación también es un poco distinta. Pero así encontré esta especie de tranquilidad gélida. Es música de invierno, casi como una meditación”. Sonata para piano n.º 14 en do menor, K. 457 “Es la mayor obra para piano de Mozart, la semilla del siglo XIX. Es impensable, por ejemplo, que Beethoven hubiera compuesto su Sonata patética sin escuchar el primer movimiento. Mozart lleva el instrumento a sus límites, una constante en sus últimas obras. Hay enormes contrastes dinámicos y una experimentación increíble, si te fijas en las notas de interpretación en la partitura. No se parece en nada al resto de su música para piano. El segundo movimiento es uno de los más expansivos de toda la música para teclado de Mozart. El tercero me suena muy operístico, con una personalidad muy definida, llena de temor y contrastes asombrosos. Es interesante pensar en lo que Mozart habría escrito si hubiera tenido un piano más potente, porque aquí llega al límite de lo que entonces era posible”. Adagio en si menor, K. 540 “En muchos sentidos, es una especie de cuarteto de cuerda, pero quería que fuera la antítesis del arreglo de quinteto de cuerda inmediatamente anterior. Es una de las obras más especiales de Mozart y es fantástico cómo se disuelve en si menor en el último medio minuto. Parece como si se alejara por otro camino, pero nunca sabes por qué”. Ave verum corpus, K. 618 (transcr. Liszt para piano solo) “En su transcripción, Liszt baja la tonalidad una tercera, hasta si mayor, y cambia la esencia de la música, la hace más oscura y más brillante al mismo tiempo. Es una de sus mejores transcripciones, porque no trata de añadir demasiado. Se limita a presentarla en un nuevo medio, sin arpegios superficiales y otros efectos. Deja que la música sea exactamente lo que es. Quería terminar el álbum con el mito de Mozart como el más grande de los genios, que es como lo veía Franz Liszt”.

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