Clara & Robert Schumann: Piano Concertos

Clara & Robert Schumann: Piano Concertos

A Clara Schumann, concertista de piano y compositora, se le trató por más de un siglo, después de su muerte en 1896, como si hubiera estado a la sombra de su marido, Robert Schumann. Pero hoy, por fin, se hace justicia gracias al nuevo álbum de Beatrice Rana, que la presenta a la par que él, en un equilibro que da espacio a su Concierto para piano No. 1. “Ahora me gusta mucho el concierto de Clara, pero durante años me sentí un poco escéptica”, admite la pianista italiana. “Sabía que era la musa de Robert y que era una gran concertista de piano. Por lo demás, no sabía nada. Luego, cuando me pidieron que la interpretara y empecé a estudiar la partitura, descubrí que era muy hermosa y bastante revolucionaria”. Además, se enteró de que ningún pianista de renombre la había grabado. “Me di cuenta entonces de que había mucho por hacer”. Clara lo compuso siendo adolescente. Surgió como una obra de un solo movimiento y lo estrenó ella misma en un concierto dirigido por Felix Mendelssohn en 1835. En la interpretación de Beatrice Rana, suena fresco e instintivo. En una primera escucha, quizás la impetuosidad musical de la joven pueda parecer vistosa y algo artificial, pero el interés de Rana por encontrar la profundidad de la obra, además de la dirección y el apoyo de Yannick Nézet-Séguin, hacen que la fuerza de sus ideas brote con elocuencia. Como Rana explica: “Se tiene la creencia de que el concierto de Clara es un tanto ligero y suave. En realidad no es así. Es una obra intensa y llena de contrastes”. Algo similar ocurre con el Concierto para piano de Robert, la segunda obra del álbum que, a semejanza del de Clara, es también una composición de un solo movimiento en la menor. Estrenado en 1845, cuando él tenía 35 años, es claramente la obra de un compositor maduro, para el que tomó prestado del concierto de su esposa: el motif de cuatro notas para la coda del primer movimiento y el uso que hace de un episodio lento en la bemol para unir dos secciones en el mismo. Lo más sorprendente es el diálogo entre los violonchelos y el solista en el segundo movimiento, una reminiscencia del dúo íntimo de piano y violonchelo del de Clara, además de la forma en que este mismo se encamina hacia el final sin interrupción. Pero hasta ahí terminan las similitudes. El Concierto de Robert dura unos 10 minutos más y es considerablemente más exigente para la pianista, sobre todo durante la interacción con la orquesta. “Ningún otro concierto para piano exige una compenetración tan intensa”, declara Rana. “Por eso me alegró especialmente hacer esta grabación con Yannick, porque es un músico con el que me siento muy cercana. Me ha costado encontrar directores capaces de entender e interpretar mis ideas sobre el tercer movimiento, que a menudo se considera solamente alegre y feliz, pero yo creo que está lleno de poesía. Por fortuna, Yannick puede hacerlo. Fue inspirador contar con alguien capaz de superar todas las dificultades para que pudiéramos centrarnos en la música”. Las ideas de Rana sobre Robert y Clara confluyen en su elección de la obra final, un arreglo de Liszt a la canción “Widmung” (“Dedicatoria”) de Robert. “Tocar esta pieza al final de la grabación tuvo mucho sentido para mí, porque conocía el poema en el que Schumann basó su versión original”, explica Rana. “El texto de Rückert lo expresa todo sobre la relación entre Clara y Robert, ya que habla de un amor tan increíble que hacía surgir en cada uno su ‘mein bess'res Ich’, es decir, la mejor versión de sí mismos”.

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