Elgar: Violin Concerto & Violin Sonata

Elgar: Violin Concerto & Violin Sonata

El Concierto para violín de Elgar es una de las obras maestras indiscutibles de la música inglesa. Apasionado, melancólico y lírico, refleja toda la grandeza eduardiana del compositor. Sin embargo, es una obra que apenas aparece en álbumes o programas de conciertos, algo que desconcierta a Renaud Capuçon. “Siempre me ha maravillado”, cuenta a Apple Music, tras haberse convertido en el segundo violinista francés en grabar la obra. “Esperé bastante tiempo antes de meterme a fondo porque me parecía monumental. Dura 50 minutos y creo que por eso no suele tocarse”. Es, además, uno de los conciertos para violín más exigentes desde el punto de vista técnico. Sin embargo, bajo sus retos imponentes se oculta la que quizás sea la música más tierna que Elgar escribió. “Es una de las piezas más románticas y melódicas que jamás se hayan escrito para el violín”, afirma Capuçon. “Cuando la tocas, te sientes rodeada por el sonido increíble de la orquesta. Son como olas gigantes sobre las que cabalgas con el violín”. Seguramente, nadie puede desatar olas semejantes mejor que la Sinfónica de Londres, una orquesta que tiene una profunda conexión histórica con el concierto: lo estrenó en 1910 junto al gran violinista Fritz Kreisler y más adelante lo grabaría con Yehudi Menuhin, las dos veces bajo la dirección del propio Elgar. En este fascinante álbum, también podemos escuchar una versión de íntima belleza de la Sonata para violín del compositor británico, en la que Capuçon cuenta con la colaboración del pianista Stephen Hough. Era una obra nueva para el violinista, pero le cautivó desde el primer momento. “La música te atrapa de una manera suave, que es una de las cosas más asombrosas de Elgar”, dice. “Te emociona y, si lo dejas, se queda”. Capuçon nos lleva aquí por las dos obras, movimiento a movimiento. Concierto para violín en si menor, Op. 61 I. Allegro “Durante los primeros minutos, Elgar crea, a través de la orquesta, una introducción enorme y majestuosa en la que ya están los temas y la belleza que nos esperan. Es casi como un aperitivo de lo que vamos a escuchar. Después, el violín entra con un tema maravilloso. Elgar tiene un sentido dramático excepcional. Mientras que Mendelssohn dejaba hablar al violín solista nada más empezar el concierto, Elgar se toma su tiempo. Es música muy noble y brillantemente orquestada, pero el verdadero reto del primer movimiento es seguir exactamente lo que escribió Elgar. Sus indicaciones de tempo son fundamentales. No puedes hacerlo como quieras, tienes que seguirlas al pie de la letra”. II. Andante “En este movimiento Elgar juega con la textura del violín. Cuando te pide que toques notas altas en la cuerda más grave, la de sol, es para darle a la música profundidad y tensión. Pero al mismo tiempo es muy tierna. Como solista, te sientes como si estuvieras en el centro de una historia de amor épica. También me encanta el constante diálogo musical entre el violín y la orquesta. Elgar te da una frase que luego pasa a la orquesta. También hay largas líneas melódicas que parecen no detenerse nunca. Por eso no entiendo por qué no se toca más a menudo. Si te gusta la música y el canto, eso es lo que vas a encontrar aquí. No hay un solo compás que no cante”. III. Allegro molto “Técnicamente, el último movimiento es muy exigente. Hay muchos pasajes complicados que necesitas ensayar cuidadosamente cada vez que lo vuelves a tocar. Es como una batalla. Curiosamente, Elgar pone la cadenza en el movimiento final, que retoma el tema del primer movimiento. Es música llena de tristeza y nostalgia, y el acompañamiento de la orquesta le da cierto aire de misterio. Después, los últimos nueve minutos son épicos, como el final de una gran novela o una película. Tienes la sensación de estar dejando atrás algo increíble”. Sonata para violín en mi menor, Op. 82 I. Allegro “Elgar comienza su Sonata de forma muy diferente al Concierto. Aquí no hay introducción, sino que el piano y el violín arrancan juntos desde el primer momento. También hay un diálogo real entre el piano y el violín. Bastante fuerte además, casi como una discusión. Y de repente, te encuentras rodeado de cachemira, seda y sol. La fuerza de las melodías te hace sonreír, pero con una sensación de melancolía”. II. Romance: Andante “El segundo movimiento suena como una improvisación. Es muy libre, como dos personas en una conversación animada. Entonces Elgar mete una frase increíble que te hace sentir que esas dos personas están completamente enamoradas. Hace poco estuve con mis padres y querían escuchar la grabación. Les puse la Sonata, que no conocían, y cuando llegó esa melodía noté la emoción en sus caras. Mi madre estaba casi llorando de lo hermoso que le parecía”. III. Allegro non troppo “El último movimiento comienza con una frase larga y muy suave, como si alguien te hablara de algo que le ocurrió hace 40 años. Hay mucha nostalgia y pasión en la forma de contarlo, como si recordara hasta el último detalle. A lo largo de toda la partitura, Elgar mezcla esos sentimientos de nobleza y ternura. Disfruté mucho tocando con el pianista Stephen Hough. Grabamos en St Jude-on-the-Hill, una iglesia maravillosa en Hampstead, en el norte de Londres, cerca de donde vivió Elgar. Tiene una acústica fantástica y fue una experiencia muy íntima”.

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