Closer (40th Anniversary) [2020 Digital Master]

Closer (40th Anniversary) [2020 Digital Master]

Peter Hook, el bajista de la legendaria banda Joy Division, estaba en una boda cuando el productor Martin Hannett empezó a mezclar el segundo álbum de la banda, Closer, en marzo de 1980. Para cuando regresó a Londres, donde estaban grabando el disco, ya tenía listos un par de tracks. “A Barney [el guitarrista Bernard Sumner] le encantó llevarme a escucharlas”, le cuenta Hook a Apple Music, “porque sabía que me iba a enojar tanto como él. Decíamos: ‘Nooo… Martin’. Y Martin nos contestaba: ‘Cállense, par de idiotas’”. No es que fuera sorpresa. Un año antes, Hook y Sumner se habían molestado igual cuando escucharon por primera vez el austero y perturbador tratamiento que Hannett le dio a su álbum debut, Unknown Pleasures (1979). Y Hannett había reaccionado con la misma indiferencia a sus quejas. Aunque el sonido de aquel disco había contribuido a redefinir la ambición sonora y la riqueza emocional del rock británico en la era punk, Hook todavía quería sonar como los Pistols o The Clash en Closer. “Quería arrancarle la cabeza a la gente con mi guitarra”, recuerda. “Y estaba totalmente equivocado. Afortunadamente, Martin Hannett supo ver la madurez de nuestras composiciones y se dio cuenta de que hacía falta rebajar un poco la fuerza de nuestros temas para hacerlos más seductores”. La banda de Manchester había llegado a los estudios Britannia Row de Pink Floyd, con ideas muy claras de lo que querían para las nueve canciones de Closer, luego de unas sesiones de jam llenas de lo que Hook llama una “química maravillosa” entre Sumner, el cantante Ian Curtis, el baterista Stephen Morris y él mismo. Las persistentes tensiones con Hannett (“Pensaba que Barney y yo éramos un par de idiotas, pero se entendía muy bien con Ian”) se vieron compensadas por todo lo que aquel estudio les ofrecía en cuanto a sonido, equipo y servicio de comidas. “Creo que teníamos libra y media para gastar al día, así que literalmente nos alcanzaba nada más para una cerveza o un sándwich, tenías que elegir”, recuerda. “Si Britannia Row no nos hubiera ofrecido sándwiches gratis a la hora del break, creo sinceramente que nos habríamos muerto de hambre”. Hannett ayudó a la banda a liberarse de la ira reprimida del punk, enchufando todo un arsenal de sintetizadores y replicando técnicas de grabación de Motown para explorar nuevos terrenos dentro de su música. Con toda su reverberación y sus tonos fantasmales, Closer resulta mucho más frío y brutal que Unknown Pleasures, pero también más melódico. Desde el grotesco estruendo industrial de “Atrocity Exhibition” hasta la fatal urgencia disco de “Isolation”, el álbum define un nuevo patrón en la música para corazones desolados que a día de hoy sigue siendo perseguido por toda una legión de grupos. “Ser citado como una influencia por toda una serie de bandas que van desde The 1975 hasta cualquier otra es increíble”, confiesa Hook. “Y ni siquiera sabíamos lo que estábamos haciendo. Demonios, éramos unos idiotas, no sabíamos nada. Esa es la magia del rock ’n’ roll”. Al igual que a Hook y a Sumner, a Curtis tampoco le impresionó demasiado lo que escuchó una vez que Closer estuvo terminado. En una carta a su manager Rob Gretton, definió el álbum como un “desastre” y se refirió a Hook y Sumner como un par de “vagos, bufones e imbéciles”. “Todavía éramos un grupo muy, muy ruidoso, éramos unos zoquetes”, recuerda Hook. “Volvíamos locos a Ian y a Annik (Honoré, periodista belga amiga de Curtis), que vivían justo enfrente (en el edificio cercano a Marylebone donde se hospedaba la banda). Siempre estábamos jugando y haciendo bromas, algunas de las cuales fueron malinterpretadas, sobre todo por parte de Annik. No entendía en absoluto nuestro sentido del humor. Y la cosa acabó de forma terrible”. Curtis se quitó la vida poco después de que el álbum fuera terminado, por lo que sus desilusionadas y desesperadas canciones suelen verse inevitablemente como una ventana hacia su propia angustia. “Viéndolo por separado, podrías decir ‘oh, dios mío, este tipo está pidiendo ayuda a gritos”, asegura Hook. “Fue un final muy melancólico (para el disco). Viéndolo ahora, podrías fijarte en “The Eternal” o “Decades” y decir ‘mira como esta gran banda y este gran hombre desaparecen’. Pero estas letras están ocultas por una música bellísima que, en su mayor parte, es tan positiva, airada y potente que, al escuchar el álbum, simplemente piensas que es un álbum fantástico. Ian lo ocultó muy bien, lo cual resume a la perfección su actitud hacia todo”. Durante el proceso de creación de Closer, el matrimonio de Curtis se había ido volviendo cada vez más tenso, y su epilepsia se había agravado hasta el punto de darle miedo tomar en brazos a su pequeña hija. Debido a ello, se le prescribió un medicamento que lo debilitó aún más. “Resultó muy revelador que, cuando hicieron el documental Joy Division en 2007, le llevaran las recetas de Ian a un experto actual en epilepsia y le pidieran su opinión”, asegura Hook. “El tipo dijo que, sin duda, eso lo mató”. Pese a ello, Closer merece ser valorado como algo más que una declaración final. Es el imponente testamento del arte de Curtis y de Joy Division. Tal y como cuenta Hook, ver a Curtis luchando con su enfermedad dejó a la banda con “un terrible sentimiento de impotencia”, aunque el propio cantante solía ocultar cuán profundo era su sufrimiento. Hook recuerda cómo, en una ocasión, se lo encontró ensangrentado en el cuarto de baño del estudio tras sufrir un ataque y golpearse la cabeza. Hook lo ayudó a limpiarse y Curtis insistió en seguir inmediatamente con la grabación. “Luchó con uñas y dientes en todo momento”, asegura el bajista. “Ian era muy ambicioso y muy positivo respecto a Joy Division. Cada vez que le daba un ataque durante un concierto y había que sacarlo del escenario, cuando estábamos después en el camerino no quería que lo lleváramos al hospital ni irse a la cama. Quería levantarse e irse de fiesta. Nosotros le decíamos que bien, que saldríamos. De alguna extraña forma, al ser joven y formar parte de una banda que parecía ir directa al estrellato, que él se diera la vuelta y se le dejara irse de fiesta era lo que más querías”. Curtis murió el 18 de mayo de 1980, a los 23 años. Todavía habría de pasar algún tiempo hasta que sus compañeros, que habían decidido continuar como New Order, fueran capaces de escuchar Closer. “Todos queríamos seguir juntos y asegurarnos por todos los medios posibles de que New Order sobreviviera y saliera adelante”, asegura Hook. “Tratamos de hacerlo ignorando por completo a Joy Division. Cuando eres tan joven, no dejas de pensar en todo momento que alguien va a venir a quitártelo todo, porque no eres más que un niño. Fue muy importante para nosotros seguir adelante, obligarnos a continuar y dejar a un lado los recuerdos dolorosos”. Hook confiesa que tardó dos o tres años en escuchar Closer. “Sentía que no tenía con él la conexión que tuve con Unknown Pleasures. Al final fui capaz de escuchar y disfrutar Closer, y de hecho se convirtió en uno de mis álbumes favoritos. Estaba tan separado de él, que podía escucharlo y pensar que lo había grabado otro”.

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