Este álbum nos trae a dos músicos en estado de gracia, con instrumentos de época que suenan en sus manos tan expresivos como personales. Ambos son solistas extraordinarios, pero juntos logran algo muy especial. Las obras del programa no fueron escritas para violín con piano, sino al revés. Sin embargo, en sus versiones se trata de un encuentro entre iguales. Faust ya ha grabado los conciertos de Mozart con gran éxito y toca estas tres sonatas igualmente ricas con la misma imaginación y fantasía. Por su parte, Melnikov se pone a su altura con idéntica elegancia.