Ysaÿe: 6 Sonatas for Violin Solo, Op. 27

Ysaÿe: 6 Sonatas for Violin Solo, Op. 27

Bach, Paganini e Ysaÿe son referentes ineludibles de la técnica y el arte del violín clásico. Los dos primeros son, por supuesto, nombres conocidos desde hace mucho tiempo. Pero ¿qué pasa con el belga Eugène Ysaÿe? Para la mayoría, es una figura más sombría. El nuevo álbum de la violinista estadounidense Hilary Hahn tiene como objetivo cambiar esa percepción. Con una interpretación excepcionalmente convincente y segura, demuestra que estas sonatas del belga son joyas maestras que merecen un lugar destacado en la historia de la música. “Estas piezas son parte del repertorio básico para intérpretes del violín. Como violinistas, en algún momento hemos tocado al menos una de ellas”, comenta Hahn. “Pero reunirlas a todas en un proyecto completo requiere un tratamiento especializado, porque si no tienes una relación con la expresión dentro de estas obras, es difícil encontrar la fluidez en su interpretación. No se tocan solas”. Desentrañar los secretos de estas sonatas puede no ser fácil, pero Hahn parte con una ventaja considerable. Su profesor en el Curtis Institute, en Filadelfia, fue Jascha Brodsky, quien a su vez estudió con Ysaÿe en París en los años 20. Hahn afirma que su conexión con la música de Ysaÿe es poderosa e inquebrantable. “Escuchar las grabaciones de Ysaÿe mientras estaba en el estudio haciendo este álbum fue asombroso”, señala. “Me di cuenta de que estaba tocando como él mucho más que antes y estoy muy orgullosa del linaje directo que tengo con su música a través de mi maestro. El hecho de que se cumplan exactamente 100 años desde que Ysaÿe completó estas sonatas fue otra motivación importante para este proyecto”. Su afinidad natural con el lenguaje de Ysaÿe es evidente en los vigorizantes pasajes de varias cuerdas al final de la Sonata n.º 1 y en los juguetones scoops y pizzicatos de la “Danse rustique” de la Sonata n.º 5. Hahn destaca “Malinconia” de la Sonata n.º 2 como un movimiento de particular significado personal. “Es un movimiento muy corto, pero me encanta cómo se desarrolla, con una sensación cadenciosa, pero también, de alguna manera, una suspensión del tiempo”, comenta. “El violín comienza con una sordina, puedes adentrarte en ti y va creciendo. Podría vivir en ese mundo durante semanas. Es relajante, purificador y me hace sentir bien en el alma”. Hahn promete una experiencia auditiva sustancial y fascinante, sobre todo para quienes no estén familiarizados con las sonatas para violín solo de Ysaÿe. “Estas piezas son dinámicas, mercuriales e impulsivas, por lo que es difícil relegarlas a un segundo plano”, señala. “Juegan con la estructura de una manera realmente interesante, son absorbentes y cautivadoras al instante”. Hahn agrega que el efecto es “hipnótico, no porque te calme de manera meditativa, sino porque te atrae y te hace girar, mezclando tus sentimientos y sentidos. Es una música muy emocional y, gracias al audio espacial, podrás tener esa sensación de que está alrededor de tu cabeza. Es realmente mágica y me he vuelto a enamorar de ella”.

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