Como un laberinto de emociones y estilos musicales, este memorable álbum de Khatia Buniatishvili comienza con un conmovedor homenaje a Ennio Morricone antes de lanzarse a un viaje musical que teje una inesperada ruta a través de Chopin, Satie, Bach, Brahms, Couperin y muchos otros compositores. A lo largo del camino, hay hallazgos tan inesperados como brillantes. Por ejemplo, su propio arreglo para cuatro manos de la “Badinerie” de la Suite orquestal n.º 2 de Bach, que toca con su hermana Gvantsa y nos brinda un minuto de pura felicidad. “La Javanaise” de Serge Gainsbourg y “Valsa Da Dor” de Villa-Lobos son encantadoras diversiones que entran en efervescencia con discreto virtuosismo. La brillante decisión de Buniatishvili de incluir el silencio de “4’33” de John Cage abre un oasis de calma antes de llegar a un Bach arrebatado que nos lleva suavemente a la intemperie.