Desde su brillante apertura, se anticipa que esta interpretación de la Sinfonía no. 7 de Bruckner va a ser especial. Lahav Shani domina a la perfección la arquitectura musical catedralicia de Bruckner, encajando cada sección con un fino sentido del ritmo. Los clímax fluyen y refluyen maravillosamente, mientras que el celestial “Adagio”, compuesto en previsión de la muerte de Wagner, nunca cae en el sentimentalismo. El sonido se capta vívidamente en De Doelen, sede de la orquesta de la Filarmónica de Róterdam.