Beethoven: The Symphonies

Beethoven: The Symphonies

“En la música, la rutina está prohibida. Es el enemigo”, comenta a Apple Music el director Yannick Nézet-Séguin sobre cómo ha afrontado una nueva grabación de las nueve sinfonías de Beethoven con la Orquesta de Cámara de Europa (COE). Según el director canadiense, su manera de interpretar a Beethoven aquí cuadra con la forma de trabajar de la COE, tan rigurosa y perfeccionista. Además, argumenta, Beethoven es un compositor que exige, casi en cada nota, un compromiso absoluto con el acto físico de hacer música. “A medida que nos alejamos de su época, tendemos a olvidar que lo que él realmente quería era impactar a la gente”, afirma. “Quería sacudir todas las convenciones. Es una música perturbadora, a veces desequilibrada, áspera”. La crudeza y originalidad del célebre compositor alemán se refleja en la forma en que Nézet-Séguin y el COE interpretan su música. El final de la Cuarta sinfonía tiene una energía inquieta, temblorosa, mientras que la famosa apertura de la Quinta es de una inmediatez abrupta, sin contemplaciones. La grabación de las sinfonías se realizó en directo en el Festspielhaus de Baden-Baden, Alemania, en julio de 2021, lo que ayudó a dar el toque extra que el director buscaba. Al trabajar en la obra de Beethoven, Nézet-Séguin ha sido muy consciente de los directores que le han precedido: Herbert von Karajan, Carlo Maria Giulini, Leonard Bernstein... Todos pusieron su sello en la música. Pero no tiene dudas sobre quién es el que más le ha influido. “El conjunto de las sinfonías grabadas en 1991 por Nikolaus Harnoncourt (también con la Orquesta de Cámara de Europa) es para mí el más importante de los últimos 50 años”, dice. “Nos abrió la mente sobre cómo debe tocarse esta música”. Dos décadas después, al empezar a trabajar en la obra de Beethoven con la COE, fueron los propios músicos de la orquesta quienes tuvieron la idea de revisar lo que había hecho Harnoncourt y actualizarlo al nuevo siglo. “Harnoncourt era un genio, y me gustó mucho la idea de rendirle homenaje y también ver cómo ha ido evolucionando la práctica interpretativa”. Una de las cosas que Nézet-Séguin quería hacer en su nuevo ciclo era recalibrar el sonido de la orquesta de Beethoven, logrando un mayor equilibrio entre la sección de cuerdas y los demás instrumentos. “Es muy importante destacar, y muchas veces se pasa por alto, que las maderas (flautas, oboes, clarinetes y fagots) son el corazón de estas sinfonías”, explica. La escritura que hizo el maestro alemán del conjunto de maderas se percibe muy nítida en la impresionante versión que Nézet-Séguin ha hecho del final coral de la Novena sinfonía, en la que los cantantes del grupo vocal Accentus hacen una aportación conmovedora. “Hay una verdadera inmediatez en su canto, justo una de las cosas que busco cuando hago música”, añade. Nézet-Séguin evita programar cronológicamente las sinfonías cuando las interpreta en directo, prefiriendo emparejar obras que tienen relaciones interesantes entre sí. Y recomienda que hagamos un acercamiento similar. “Lo más importante en Beethoven es el choque y el contraste”, explica. “Si tuviera que elegir dos sinfonías para empezar, serían la Segunda y la Tercera. La Segunda sigue siendo muy clásica. Me imagino a alguien muy bien vestido, pero deseando arrancarse la ropa y mostrar todos sus tatuajes. Algo así. La Tercera sinfonía (la 'Eroica') es de proporciones gigantescas. Rompe el molde incluso desde los dos primeros acordes”. Las sinfonías Sexta y Séptima también se prestan a comparaciones. “La Sexta es muy tierna, y muestra un lado contemplativo que Beethoven exploró mucho más en otras obras diferentes a las sinfonías. La Séptima comienza donde la Sexta termina, pero luego se enciende hasta llegar a una especie de frenesí”. Sea cual sea la secuencia de las sinfonías de Beethoven, Nézet-Séguin cree que, en su conjunto, ofrecen un retrato conmovedor de cómo se desarrolló la obra de un gran compositor. “No es solo un viaje de la Primera a la Novena. Es más bien una visión, una forma de ver las cosas, que está presente desde el principio de la Primera sinfonía. Y los intérpretes del siglo XXI tenemos que volver al verdadero espíritu de la música de Beethoven, a ese elemento de sorpresa, de choque, de descubrimiento”.

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