En 1942 el mundo estaba sumido en la confusión y buena parte de Europa vivía bajo la ocupación nazi. Las tres obras de este notable álbum se empezaron a componer aquel año, y dos de ellas son producto directo de la oscuridad de la época. Lejos de la suave exuberancia de inspiración folclórica de Appalachian Spring (1944), la Sonata for Violin and Piano de Aaron Copland es una obra de textura espartana y angulosa que gira alrededor de la introspección y el lamento. Del mismo modo, Poulenc dejó a un lado su habitual despreocupación para escribir un desgarrador homenaje a Federico García Lorca, asesinado en 1936, aunque posteriormente revisaría la partitura en memoria de Ginette Neveu, la violinista que la estrenó. La Violin Sonata No. 2 de Prokofiev se distingue en esta compañía por su encanto sin complicaciones, un monumento, quizás, a los tiempos de paz. El violinista neozelandés Benjamin Baker y el pianista húngaro Daniel Lebhardt abordan las tres obras con inagotable pasión y energía.