Cuando Rihanna presentó ANTI, fue evidente que la cantante no era la misma. Habiendo dejado atrás su sello discográfico y tirado por la ventana su propia fórmula para generar éxitos, que había afinado a la perfección desde su debut en 2005, se encontró libre de expectativas, deseosa de cultivar una mística propia y lista para reflexionar sobre todo lo que podía ser un álbum moderno de música pop. La evolución se manifiesta con una voz más amplia y atrevida, desde los lamentos empapados de whiskey en la suplicante “Higher” hasta los susurros misteriosos en el cover de Tame Impala, “New Person, Same Old Mistakes”. Rihanna celebra su herencia caribeña en “Work”, ofrece a las mujeres un himno de despedida en “Needed Me” y muestra su lado erótico en “Sex with Me”. También reinventa géneros como el doo-wop de los 50 en “Love on the Brain” y la mística de los 80 de Prince en la balada “Kiss It Better”. Aún así, ANTI vibra con pulsaciones modernas y posee una energía singular: la receta ideal para dominar el pop del siglo XXI.