Al escuchar su meditativo tercer álbum, no cuesta imaginar a Jhené Aiko recluida entre las exuberantes colinas de Hawái, rodeada de cristales, incienso y cuencos tibetanos. La experiencia, un viaje de descubrimiento interior y musical, impregna cada canción de Chilombo, que toma su título del apellido de la cantante e incorpora el sonido de antiguos cuencos de los que se dice que equilibran los chakras y calman la ansiedad. La magia funcionó. Para ser un álbum sobre el desamor, las canciones tienen un irresistible aire zen. Los sencillos “Triggered (freestyle)” y “None of Your Concern” (con Big Sean) encapsulan mensajes intensamente desafiantes en beats de plácida serenidad. “Mourning Doves”, una confesión personal que imita el canto de los pájaros con instrumentos de viento, tiene tanto de balada íntima como de himno new age. Aiko está tan sumida en su universo que ni siquiera sus colaboradores (pesos pesados del calibre de Nas, Ty Dolla $ign, Miguel y Future) consiguen alterar su paz. En su lugar, la abrazan como John Legend en “Lightning & Thunder”, un dueto atmosférico que suena como una canción de amor psicodélica más soñada que real.